La Biblia enseña cuáles deben ser nuestras fronteras y cómo protegerlas. Sin embargo, muchas veces esas líneas se tornan difusas y nos volvemos complacientes, sin poder decir “NO”. Quizás por temor a herir los sentimientos de los demás, por miedo a que el otro se enoje y deje de querernos, o a que piense que no somos buenos cristianos. Establecer fronteras no nos hace mezquinos, groseros o egoístas; nos hace personas responsables y buenos administradores de lo que el Señor nos ha confiado. Los límites nos permiten amar a las personas de forma correcta y saludable, sin culpas y sin renunciar a nuestras convicciones y a quienes somos. ¡Un mensaje inspirador!
Dante Gebel #887 | La ley de la frontera
Publicado el 08/09/2024