Todos nosotros hemos experimentado, o vamos a experimentar, una pérdida devastadora en uno o en varios momentos de la vida. La pérdida es la norma, no la excepción. No podemos ignorar el dolor que conlleva, pero sí podemos decidir cómo enfrentarlo. Recordemos que, en ocasiones, Dios utiliza el dolor para hacernos crecer; el dolor nos hace resilientes, nos hace fuertes y es indispensable para transitar una vida real. Si edificamos nuestra vida sobre Cristo, podemos tocar fondo y, aunque perdamos el aliento, seguiremos respirando. De este lado del sol, el dolor está garantizado; la buena noticia es que el cielo es una zona libre de dolor.
Dante Gebel #892 | Es la vida real, estúpido
Publicado el 06/10/2024
|