19/12/2022

El grito sagrado

La fe no nos garantiza una vida libre de dolor, pero sí nos capacita para ver la gloria de Dios en medio de cada desierto. El dolor es parte del proceso de curación, es un antiséptico emocional que limpia las heridas y la forma en la que crecemos para conocer más a Dios. Por eso, en lugar de quitar nuestros desiertos, Él desarrolla nuestra fe y obra por medio de esos desiertos. Al podarnos, el Señor nos está ayudando a que sólo llevemos lo que necesitamos, a donde Él quiere que vayamos. Comencemos a mirar y agradecer por lo que nos queda y dejemos de lamentarnos por lo que hemos perdido. Recordemos que todo dolor tiene propósito. Si hoy estamos en un desierto, es por amor; porque cuando Dios remueve algo en nuestras vidas no es porque esté tratando de quitarnos algo... es porque está intentando hacer lugar para una nueva cosecha.